sábado, 24 de marzo de 2007

1. La Meditación es un detenerse.

Este texto fue escrito por el fundador acharya de Gayatri vedanta Yoga,
en noviembre de 1987,
luego de tener una visiòn de la Divina Madre Gayatri,
al final de un Mahapuruscharana.


I


Si dices que meditas, quiere decir que intentas conectarte.
Quieres expresar que abandonas lo fragmentado que vive en ti, lo que has construido.
Quieres decir que eres una posibilidad abierta, una ventana abierta desde donde puedes ser un nuevo amanecer.
Si meditas, señalas un antes y un después.
Antes los acontecimientos sucedían; ahora buscas que sucedan desde otro espacio, en este tiempo.
Medito porque busco conectarme.
Si me conecto es porque estoy atento, oigo y escucho.
Estar atento, no alerta.
Lo sutil sólo se comprende, se aprehende desde lo sutil.
La mente siempre es un obstáculo.
La meditación es una técnica por la cual detenemos el proceso del pensar.
Meditar es buscar absorberse hasta que no haya diferencia entre meditador y meditado.
La meditación no puede observarse.
La meditación surge como gracia.
La gracia es del Señor.
En la meditación eres un canal donde se expresa Su amor.
La meditación es un tiempo de gracia para ti y para mí, para todos los seres en este tiempo que muchas veces es fugaz y otras tantas estéril.
La meditación es un tiempo de amor.
Un tiempo donde habitas la esencialidad, el origen, la mismidad que pierdes de tanto mirar afuera, de vivirte desde afuera.
La meditación es un acontecimiento para un tiempo de amor.
Este es un tiempo de amor.
Meditar es estar abierto.
Aquietado para que algo suceda.
Meditamos porque sentimos que algo puede suceder.
Gran parte del suceso depende de ti, solamente de ti.
Eres responsable de la apertura.
Eres el responsable de que el suceso suceda.
Por eso estás abierto, como un canal.
Quieres ser canal de Su gracia.
Ser en el amor.
Ser.
Simplemente quieres ser en el Ser.
La apertura es desde Su amor hacia tu amor, hacia tu corazón.
El camino del amor, del corazón, es desde tu amor hacia Su presencia.
Hasta fundirte, hasta que no haya diferencia.
Entonces, cuando tú eres Él y Él eres tú, permanece el puro amor.
Sólo el amor.
Buscas la apertura porque necesitas de ti.
Eres en el amor.
El aprendizaje es arduo.
Debes desaprender para aprehender.
Mejor aún, debes quitar la mente, el proceso del pensar para que puedas intuir.
Entonces todo se revela como unidad en la diversidad.
Eres unidad.
Eres el que es.
Eres amor, luego no eres, Él es.
La apertura te permite percibir apenas por unos instantes que dependes de Su gracia.
Sólo puedes ser en Su gracia.
Vivir en, para y desde Su gracia.
Necesitas de la apertura para no ser lo que eres.
Cuando te abres, la realidad es permanente.
No cambia, Luego si esta es la realidad, todo lo que está afuera es ilusión.
Cuando se produce la apertura, puedes intuirlo, lo que está afuera de ti es transitorio.
Todo debe fluir.
La apertura te permite ejercitar el desapego.
La mente es un obstáculo.
Olvidamos cómo detener el proceso del pensar.
La mente es sinónimo de necesidades, de pensamientos; reclama, exige, abandona, desvaría.
La mente delira, crea ilusiones.
La mente es una señal inequívoca de que algo anda mal, funciona mal aunque estemos habituados a ella.
La mente es la perfecta conductora desde una frustración hasta la próxima; es una cuestión de tiempo.
La mente es tener, poseer, dominar.
La sociedad actual la construimos únicamente con la mente, sus signos se expresan cotidianamente y en todas partes: sexo, poder, dinero.
Inseparables, en tu mente y en mi mente; luego el hambre, la guerra, el egoísmo.
Luego la ilusión de paz, de una felicidad pasajera.
La mente nos propone una felicidad que está afuera.
Felicidad es tener, aquí y ahora, no importa el precio, la posterior frustración, la impotencia final.
La mente colabora para que planifiquemos obsolescencia.
Meditar es estar; buscar un encuentro.
La mente construye ilusiones.
Meditar es un acto de vida.
La mente es como la fugacidad de un sueño.
Meditar es un encuentro.
La mente piensa, todo lo piensa, el amor, al Señor.
El amor es el Señor y está más acá del pensar; está antes del pensar.
El pensar nos cercena, en la meditación me eternizo.
En la meditación comprendo mi eternidad, regresas a tu herencia de eternidad.