sábado, 24 de marzo de 2007

1. - Introducción al Nombre.

III
Habituados a las palabras, necesitamos del silencio. El silencio es fragancia con recuerdos de eternidad. En el silencio, el Ser se expresa en plenitud. Desde y en el silencio somos bienaventurados. Cuando tu corazón se impregna de silencio, surge el Nombre. Mientras estés aquí debes aspirar a la repetición constante de Su Nombre.
Repito el Nombre porque tengo nostalgias de Dios.
Ya no debemos escapar.
Señor, tenemos nostalgias de Ti. Déjanos habitar a la sombra de Tu Nombre. Por favor, déjanos refugiarnos en Tu Nombre.

Desde que desperté
estoy recordando Tu Nombre
es que cuando siento Tu mirada
inauguro primaveras.
Vísteme de crepúsculo y rocío
déjame desnudo de palabras
acércame a Tu corazón
de eternidad y tiempo.
Juegas como el viento juega
con las hojas del otoño;
juegas con mi juego
y la excusa es Tu Nombre,
Tus ojos,
Tu piel, fogata de febrero,
hoguera, incendio
que consume mi muerte.
¿Cómo ser infinitos nacimientos
desde Tu Nombre que cautiva
mis miserias
y las transformas en espuma marina,
en gaviota, en tardes sedientas de sol,
de lluvia, de amor,
es decir de Ti,
Madre amada?
Me deslizo embriagado
de silencio, de ausencia,
de no tener más que sueños.
Me deslizo, digo,
por las horas de esta tarde gris
fría hasta el cansancio.
Necesito de Tu Nombre,
porque eres el definitivo amor.
El Nombre es el camino que al final
me funde en Tu ternura.